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FERIANDO LA PROFESIÓN


Andar en transmilenio jamás será un placer, pero en Bogotá es el medio de transporte más rápido y eficiente que existe en la actualidad pese a la incomodidad.

- Ví en redes consultas contables y tributarias a $50.000 pesos.- Rompió el silencio mi profesor de derecho civil mientras nos desplazábamos camino a la universidad.


- Libre competencia, libre mercado, profe... - Le contesté entre dientes esperando una ráfaga de cátedra en el transporte público.


Me miró fijamente durante un par de segundos y justo cuando iba a decirme algo, un vendedor ambulante comenzó su labor. No era rap, menos mal, pero era la venta de habas, maní de dúlce y maní de sal. La situación económica en Colombia no es fácil, es cada vez más crítica y pese al calor envolvente dentro del bus, me apresté a comprar un par de bolsas con habas. - ¡Una en $1.000, dos en $2.000 o lleve siete en $5.000!- Dijo el hombre cuando observó que en mi mano había un billete con el rostro de José Asunción Silva. Compré los siete.


- Eso es lo que parece estar pasando en tu profesión- Señaló mi profesor mientras abría con sus dientes y notoria dificultad aquel pequeño paquetico de habas.


Se lee cruel, se escuchó cruel, quise decirle bastantes cosas en ese momento pero en el fondo tenía razón.


Hace unos años nos generaba rabia e impotencia ver a colegas trabajando con sus máquinas de escribir, sus sillas y parasoles en zonas céntricas de las ciudades capitales, haciendo declaraciones de renta, certificaciones y diligenciando un sinfín de formularios por poco valor. Aquellos que vivimos en esos tiempos tuvimos que resignarnos a dar cabida a este tipo de competencia y vendernos el discurso de "Yo no estudié para ser tramitador, yo estudié para ser un doctor" hasta convencernos y salimos avante. Hoy en día, cada vez que alguien se acerca a mí para cotizar un certificado de ingresos, sin el menor reparo y sin colores en la cara le recomiendo ir donde estos colegas que trabajan de manera informal en la calle... tanto por su economía como por mi tranquilidad... porque me creí el cuento de no haber estudiado para ser tramitador sino para ser un doctor... palabra que hoy en día aborrezco porque contrario a lo que sucede en los pueblos donde todos se llaman así, yo tengo la plena conciencia de no merecerla.


Pero la feria de la profesión no paró y siguió con las declaraciones de renta. Me vendí el discurso de no tramitador versión 2.0 para soportar la disminución en el valor de los honorarios por la elaboración de las declaraciones de renta de personas naturales. Pero la economía es tan maravillosa y tan flexible que incluso se vió que una gran organización con el apoyo de bancos ya ofrecía ese servicio de manera gratuita. Me pudo más el morbo y evité soltar una carcajada cuando los gremios se pronunciaron al respecto, pero en ese entonces mi pensamiento era otro, era inmaduro y todo me daba risa, no pensaba en los cientos de colegas que dejarían de recibir ingresos adicionales, pero por otro lado un gran empleador los estaba contratando para realizar lo que ellos antes hacían. Era un reciclaje de personas como lo que hizo el SITP con los buses viejos en Bogotá... había dinero pero ahora existía un gigantesco intermediario que se llevaría parte de esa tajada. ¡La economía es maravillosa!.


Un día, llegó la pandemia. El auge de las redes sociales hizo que se identificaran nuevas necesidades del mercado, entre ellas la capacitación y la consultoría. Sé de colegas que dedicaban su tiempo para la creación de sus conferencias magistrales, de ello vivían, al igual que del negocio de la consultoría... aquel menospreciado por muchos de los que ignoran que para dar un consejo se debe pasar por muchas experiencias y que eso vale... ¡Y vale mucho!.


$50.000 pesos son mal contados 13 dólares de los estados unidos, con lo que dos personas pueden comer un par de hot dogs con cocacola en el Central Park de NY y les sobra para una Snickers o unas mentas para corregir el aliento que deja el menú en la boca. Bien, hoy en día un colombiano que viva en los Estados Unidos puede dejar de ir con su novia o un amigo a deleitarse con ese menú y simplemente estar actualizado, aprender sobre información exógena, sobre impuesto sobre la renta o adquirir un servicio de consultoría desde la comodidad de su apartamento, porque ese es el precio promedio en el que se pueden conseguir en colombia estos servicios virtuales.


Los hay también mas "cachetosos", con precios que oscilan entre los $150.000 y los $200.000 pesos, dictados por personas que han encontrado en las redes sociales una salida para el desvare pero que "sin querer queriendo" han arruinado el negocio de la consultoría y de manera directa o indirecta han ocasionado perjuicio económico y reputacional. ¿Por qué reputacional? Bien, porque el efecto que genera no solo es la reacomodación de los rangos de los honorarios en el mercado de acuerdo a la costumbre comercial que se afianza hasta casi generalizarse sino que se convierte en algo tan común, barato y de fácil acceso que puede incluso perder importancia y seriedad. ¿Para qué me pongo a contratar un servicio de contadores especializado en devoluciones o en determinado tema si entro a internet y consigo orientación a cambio de unos pocos billetes?.


Hoy tengo que venderme el discurso 3.0 de la innovación, la resiliencia, el emprendimiento digital, de la tecnología y el uso de las redes sociales como mecanismo de creación y fortalecimiento de las marcas personales. Bueno, siempre habrá un discurso para anestesiar el impacto de un golpe, especialmente en los tiempos modernos donde no es la superficie golpeada sino el puño cerrado que la golpea, la que se siente atacada y lesionada ante la crítica constructiva... son los tiempos en los que el verdugo se victimiza con bellas palabras.


Para los incrédulos, esto engrosa directamente la lista de aspectos que hacen que el mercado de los servicios contables sea cada vez menos valorado económicamente y de la misma manera aceptado por quienes lo ejercemos porque si mis costos de capacitación y consultoría se disminuyen, podré adaptarme con mayor facilidad a los salarios y honorarios bajos. Y si no me creen, hace tres semanas se publicó una oferta laboral para un auxiliar contable con horario de trabajo de lunes a sábado y un salario de $1.700.000 + $200.000 no salariales y de las 265 hojas de vida que se recibieron, 93 eran de contadores públicos que llevaban más de 5 años de graduados.


Todo eso pasó por mi cerebro mientras observaba a mi profesor degustar el tercer paquete de habas, porque era un paquete tan pequeño que tuve que darle dos más. El hombre sació su hambre, calmó su ansiedad y distrajo sus neuronas mientras llegamos a nuestro destino.


- Camilo, siento mucho si se ofendió por lo que le dije pero alguien se lo tenía que decir algún día- Insinuó mi profesor antes de pasar por el torniquete de la salida norte de la estación de la calle 39.


- Profe... siempre hay alguien que debe decir las cosas, sin miedo a que esas cosas sean socialmente incorrectas. No estamos para agradar, sino para reflexionar.- Finalicé diciéndole justo antes de llegar al semáforo.




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